¿Hacer penitencia es andar de rodillas o flagelarse?


Una de las prácticas espirituales que los cristianos solemos realizar en Semana Santa es la penitencia, pero tal vez se le confunde con el ayuno, la abstinencia o las mortificaciones corporales.


Según explicó el P. Donato Jiménez a ACI Prensa, la penitencia consiste en “realizar un examen de conciencia” y tener un “propósito firme” de enmienda para no volver a cometer las mismas faltas.

Después que confesamos nuestros pecados a un sacerdote, él nos impone el cumplimiento de una penitencia, la cual "hay que llevarla a cabo”.

Según el P. Donato Jiménez, cada penitencia corresponderá a los errores que cometimos. Por ejemplo, en el caso del robo, se tratará de devolver los objetos, dar limosna a los pobres.

También sugirió realizar alguna obra de misericordia como ayudar a nuestros amigos o familiares en alguna necesidad que tengan, visitar a los parientes o amistades que están en los hospitales o en asilos, entre otras cosas. Además, el ayuno y la oración son formas de ayuda espiritual.

En el numeral 1431, el Catecismo de la Iglesia Católica señala que la penitencia “es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido”.

“La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (cf Am 5,24; Is1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia”, indica el numeral 1435.

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JMJ

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